Investigadores estadounidenses han creado bacterias modificadas genéticamente capaces de descomponer plástico muy resistente. En el proceso de utilización del material, los microorganismos lo hacen aún más rígido, y una vez que llegue al vertedero, lo descompondrán en poco tiempo.
El plástico es un material universal de nuestro tiempo: es barato, químicamente resistente y duradero. Sin embargo, es esta última propiedad la que dificulta su eliminación. El plástico tarda decenas y a veces cientos de años en descomponerse, por lo que este tipo de residuos contamina la tierra y los océanos. Por ello, científicos de todo el mundo piensan constantemente en cómo descomponer el plástico de la forma más eficaz, y en los últimos años se han descubierto bacterias que pueden hacerlo.
El Rhodococcus ruber, por ejemplo, puede alimentarse de plástico, destruyendo hasta el 1,2% del peso del polietileno que entra en los océanos del mundo cada año. Sin embargo, esto requiere unas condiciones ambientales adecuadas, y el propio plástico, que puede ser descompuesto por dichas bacterias, suele ser blando. La situación es mucho más complicada con los materiales duraderos, como el poliuretano termoplástico, que se utiliza para fabricar zapatos, piezas de automóvil, fundas de teléfono y muchos otros artículos domésticos. Hasta ahora, este tipo de plástico no es reciclable en absoluto.
Científicos de la Universidad de California en San Diego (EE.UU.) decidieron ocuparse de este problema. Llamaron la atención sobre el Bacillus subtilis, un tipo de bacteria grampositiva que procede del extracto de heno. La bacteria se encuentra en todas partes, desde los intestinos de humanos y animales hasta el aire y el agua. Los mismos microorganismos también pueden descomponer el plástico.
Los investigadores sugirieron introducir el Bacillus subtilis en el propio material. La bacteria no descompondrá el plástico hasta que llegue a un vertedero y entre en contacto con el suelo. Para que empiece a producir enzimas, el plástico debe enterrarse en compost. Por tanto, puedes utilizar estos productos todo el tiempo que quieras. Pero hay un problema: la alta temperatura utilizada en la producción de plástico mata la mayoría de las esporas bacterianas.
Por ello, los científicos han creado microbios modificados genéticamente Bacillus subtilis que pueden soportar el calor y han descubierto que entre el 96% y el 100% de las esporas de dichas bacterias pueden sobrevivir a una temperatura de transformación del plástico de 135 grados Celsius. Se trata de un resultado muy prometedor, ya que las bacterias no modificadas genéticamente sólo sobreviven a dicho calentamiento en un 20% de los casos.
A continuación, los investigadores comprobaron lo bien que el Bacillus subtilis descompone el plástico. Se descubrió que en concentraciones de hasta un 1% en peso de plástico, los microorganismos descomponen más del 90% del material en cinco meses tras enterrarlo en compost. Los investigadores también descubrieron otra ventaja: el plástico fabricado con Bacillus subtilis es un 37% más resistente y un 30% menos propenso al desgarro que el poliuretano termoplástico convencional. Así, las esporas bacterianas actúan sobre el material como un relleno de refuerzo.
El estudio se publicó en la revista Nature Communications.