Primeros pasos hacia la realidad de los cyborgs: se ha desarrollado un innovador biochip parecido a la retina humana
Un equipo internacional de investigadores ha desarrollado un innovador biochip que imita la retina humana.
Los resultados del trabajo de los especialistas se publican en la revista Nature Communications.
Según los expertos, la creación de este chip simboliza los primeros pasos hacia la realidad de los ciborgs. Ya se utilizan marcapasos para tratar las arritmias, implantes cocleares para mejorar la audición e implantes de retina para que los pacientes con deficiencias visuales recuperen la vista, al menos parcialmente.
El nuevo chip, desarrollado por el grupo de Santoro, es una combinación de polímeros conductores y moléculas sensibles a la luz que pueden imitar el funcionamiento de la retina, incluidas las vías visuales. Este logro abre oportunidades para “una fusión aún más estrecha del hombre y la máquina”.
Francesca Santoro, catedrática de Interfaces Neuroelectrónicas de la Universidad de Aquisgrán, explica: “Nuestro semiconductor orgánico reconoce la cantidad de luz que incide sobre él, igual que ocurre en nuestros ojos. La cantidad de luz que incide en cada uno de los fotorreceptores acaba creando una imagen en el cerebro”.
El chip se distingue por estar formado íntegramente por componentes orgánicos no tóxicos, ser flexible y funcionar a base de iones, es decir, átomos o moléculas cargados. Esto le permite integrarse mejor en los sistemas biológicos en comparación con los componentes semiconductores de silicio tradicionales, que son rígidos y funcionan sólo con electrones.
“Nuestras células utilizan iones para controlar determinados procesos e intercambiar información”, explica el investigador.
Actualmente, la tecnología es sólo una “prueba de concepto”, pero los científicos ya están estudiando posibles aplicaciones para el chip. Puede funcionar como una sinapsis artificial, porque la irradiación con luz cambia la conductividad del polímero utilizado tanto a corto como a largo plazo. Las sinapsis reales funcionan de forma similar: al transmitir señales eléctricas, cambian de tamaño y eficacia, lo que constituye la base de la capacidad del cerebro para aprender y recordar.