El virus mortal, conocido como GX_P2V, atacó el cerebro de roedores cuya estructura genética es similar a la humana.
Así lo informó el New York Post, citando un estudio publicado la semana pasada en Pekín.
El virus mortal es una versión mutada de GX/2017, un primo del coronavirus que, al parecer, se detectó en pangolines malayos en 2017, tres años antes de la pandemia. Los pangolines son mamíferos que viven en regiones cálidas del mundo.
Todos los ratones infectados con el virus murieron en sólo ocho días. Según los investigadores, se trata de una tasa de mortalidad “sorprendentemente” rápida.
El GX_P2V infectó los pulmones, los huesos, los ojos, las tráqueas y el cerebro de los ratones muertos, y esta última lesión fue lo suficientemente grave como para provocar el 100% de la muerte. Pocos días antes de su muerte, los roedores de laboratorio perdieron peso rápidamente, se encorvaron y se movieron con extrema lentitud. Lo peor es que el día antes de morir, sus ojos se volvieron completamente blancos.
No está claro qué significa esto para los ciudadanos. El estudio no correlaciona directamente estos resultados con la posible exposición humana. Algunos expertos, como François Ballou, del University College de Londres, consideran este estudio poco útil y lo ven peligroso.
“No veo nada interesante que pueda aprenderse infectando a la fuerza una extraña raza de ratones humanizados con un virus aleatorio. Por el contrario, veo cuántas cosas pueden salir mal”, escribió el profesor en el servicio de microblogging X.
Estas pruebas son independientes del estudio de Wuhan, que estaba relacionado con diferentes ideas sobre la procedencia de COVID-19. Aún se desconoce el origen de la infección por coronavirus COVID-19. Un nuevo estudio realizado en China plantea dudas sobre los arriesgados experimentos con virus.