Científicos de Stanford crean una antena espiral ultraligera que puede sustituir a las antenas parabólicas tradicionales
Normalmente hay que transportar e instalar antenas parabólicas relativamente voluminosas y caras para establecer la comunicación en zonas de guerra o catástrofes naturales, pero pronto una sencilla antena tubular hecha de tiras tejidas podrá sustituir a la “parabólica”.
El prototipo, desarrollado por científicos de la Universidad de Stanford, es una forma de la llamada antena en espiral. Normalmente, este tipo de antena consiste en uno o varios hilos enrollados en espiral (por ejemplo, en sacacorchos) alrededor de un mástil central de soporte.
La nueva “antena desplegable en espiral cuádruple biestable” elimina el soporte y sustituye los cables por tiras de material compuesto de fibra conductora: se enrollan en espiral para formar un cilindro hueco. Este cilindro puede extenderse para formar una configuración larga y esbelta con una altura aproximada de 305 mm o rebajarse para formar un anillo con una altura aproximada de 25 mm y una anchura de 127 mm.
Cuando se conecta a componentes electrónicos como el receptor, la placa de masa y la batería, la antena emite una señal de baja potencia en todas direcciones, lo que permite la comunicación por radio con los miembros del equipo de tierra. En su estado corto, envía una potente señal en una dirección específica, lo que permite las comunicaciones por satélite. Las frecuencias que se encuentran en cualquier estado vienen determinadas por las dimensiones exactas de cada antena.
Otra cosa que ayuda a simplificar la configuración es el diseño biestable del dispositivo. Esto significa que cuando se extrae o empuja manualmente, asume automáticamente la configuración correcta, por lo que no hay conjeturas en cuanto a si se ha desplegado correctamente, ya sea en un lugar de desastre o en el campo de batalla.
“Nuestra antena ligera puede cambiar fácilmente entre dos estados de funcionamiento. Puede hacer más con menos en zonas donde no hay conectividad”, afirma el profesor Kulinsky. Maria Sakovska.